10/15/2006
TEMA 2: LAS REVOLUCIONES LIBERALES O BURGUESAS
1. Fundamentos del liberalismo
Al mismo tiempo que se desarrolla la revolución industrial, también se producen cambios políticos muy importantes. Desaparece poco a poco el absolutismo y se instauran regímenes liberales (monarquías constitucionales, repúblicas…). En general, los nuevos regímenes se caracterizan por:
- Desaparece la soberanía (poder de decidir) real y se sustituye por soberanía compartida por el rey con la representación del pueblo o simplemente soberanía nacional o popular.
- Los gobernantes tienen su poder limitado por una Constitución (ley superior).
- Se reconoce la división y separación de poderes del estado (legislativo, ejecutivo y judicial), conforme a las ideas ya planteadas por Montesquieu.
Los habitantes de un estado dejan de ser súbditos del rey para convertirse en ciudadanos, personas con derechos reconocidos, incluidos los políticos, como el de votar (sufragio).
2. Las primeras revoluciones burguesas: la Independencia de EE.UU. y la Revolución Francesa y las Revoluciones de 1820, 1830 y 1848
El primer lugar donde el liberalismo triunfa es en las antiguas colonias británicas de Norteamérica: revolución americana e Independencia de EE.UU. (1776). En Europa el primer lugar donde se impone, aunque sólo provisionalmente, es en Francia: revolución francesa (1789). Napoleón, autoritario pero defensor del liberalismo, intenta imponerlo por la fuerza, sin éxito, por Europa: guerras napoleónicas. En 1815 el Congreso de Viena intenta restablecer el absolutismo: Restauración. En América, el liberalismo triunfa con más facilidad. Conforme a sus principios se produce la independencia o emancipación de las colonias españolas y portuguesas (Brasil).
3. La Unificación de Alemania e Italia. El triunfo del liberalismo
El planteamiento de Restauración, de regreso al absolutismo tras las guerras napoleónicas, no tiene éxito y el liberalismo retoma la iniciativa: revoluciones liberales o burguesas de 1820, 1830 y 1848. Poco a poco el liberalismo se abre paso y la mayor parte de los estados de Europa acaba teniendo su propia constitución. Esta evolución es especialmente relevante en dos naciones de Europa: Italia y Alemania. Ambos países estaban divididos en varios estados aunque la mayoría de su población deseaba unirse conforme a los principios del liberalismo que triunfaban en Europa.
En el caso de Alemania, fue el estado de Prusia (dinastía de los Hohenzollern) el que lideró el proceso de unificación, bajo el liderazgo de Bismarck. En este caso, Prusia tuvo que luchar, con éxito, ante la resistencia de Austria. En Italia fue el reino de Piamonte-Cerdeña (dinastía de los Saboya) el que lideró el proceso bajo el liderazgo de Cavour. No obstante, en el caso de Italia fue decisivo el apoyo de liberales más radicales, entre ellos los seguidores del mítico Garibaldi. Los patriotas italianos tuvieron que combatir con fuerza contra Austria pero también contra el Papado (Estados Pontificios), opuestos ambos a la unificación. En 1870, tanto Italia como Alemania eran dos estados totalmente unificados, y en el caso de Alemania, además, el más poderoso de Europa continental.
A finales del siglo XIX el avance del liberalismo es imparable, a la vez que el movimiento obrero está ya mucho más organizado. La política ya no es cosa de unos pocos; las masas participan en ella. De hecho, poco a poco, se amplía el sufragio (del censitario o restringido al universal), aunque hay que esperar al siglo XX, y avanzado, para que las mujeres también puedan votar.